La historia de España, sobre todo en sus orígenes, se ha escrito a partir de la dominación de sus territorios por parte de numerosos pueblos extranjeros. Inicialmente fueron los fenicios y cartagineses quienes poblaron y gobernaron la costa mediterránea. Posteriormente, llegarían los romanos, que dominaron toda la península sometiendo a los pueblos celtas e íberos. A continuación, aprovechando el declive del Imperio Romano, llegaron del Norte de Europa las diferentes tribus godas. Y, finalmente (obviando la dominación francesa del s.XIX), serían los árabes los que, procedientes de África, dominasen diferentes territorios peninsulares durante más de ocho siglos.
Todas estas civilizaciones han tenido una influencia fundamental en la sociedad española actual, condicionando nuestra cultura, nuestras costumbres y, sobre todo, nuestro idioma. Así, es fácil encontrar numerosas palabras en la lengua española que proceden de los distintos pueblos antes mencionados:
- Lenguas prerromanas: barro, izquierdo, arroyo.
- Latín: padre (pater), ojo (oculus), rosa (rosa)... infinitas (infinitum).
- Lenguas germánicas: guerra, robar, guante, guisar, dardo.
- Árabe: almohada, barrio, azúcar, cifra, química, jarabe.
Por supuesto que en la lengua española también podemos encontrar numerosos términos procedentes de otros idiomas, como el inglés (taxi, fútbol, club...), del francés (carné, banquete, vinagre...), o del italiano (bizarro, campeón, novela...) entre otros. Sin embargo, en esta entrada quiero centrarme en aquellas palabras que proceden de un idioma que, a pesar de que su pueblo nunca tuvo una gran presencia en nuestros territorios, también ha tenido una gran influencia en nuestra lengua: el griego. Personalmente, siempre me sorprende descubrir la etimología de las expresiones de origen griego que usamos a diario. Ahí van unos ejemplos (que me perdonen los expertos si cometo algún error):
- Autonomía: 'Autos'=yo, 'Nomos'=norma. Mis propias normas.
- Caleidoscopio: 'Calos'=bello, 'Escopio'=ver. Ver algo bello. De hecho, en el griego moderno, 'Calismera' se utiliza para desear los
bellos días.
- Cancerbero: esta palabra tiene su origen en el perro de tres cabezas (el Can Cerbero) que vigilaba la orilla del laga Estigia para que ningún alma traída por Caronte abandora los reinos de Hades. En la actualidad el cancerbero es el portero, el guardián de la portería.
- Democracia: 'Demos'=pueblo, 'Cracia'=gobierno. El gobierno del pueblo.
- Hipopótamo: 'Hipos'=caballo, 'Potamos'=río. El caballo de río.
- Psicología: 'Psije'=mente, 'logos'=tratado. El tratado del alma.
- Tanatorio: 'Tanatos'=muerte. Lugar de muerte.
Por último, y gracias a la enseñanza de
Hairanakh en una de esas conversaciones banales camino de la máquina de café:
- Ocio: el concepto
ocio en la Grecia Antigua se concebía como el conjunto de tiempo (necesario para la elaboración y elevación de la cultura), de fermento intelectual (debido a su constante orientación mitológica o metafísica), y dedicado al seguimiento de un ideal. Esta actividad, por lo tanto, era dignificante y conllevaba un honor.
- Negocio: el resto de actividades que no englobaban un ocio, eran serviles e indignas. Estas actividades eran no-ocio; es decir, un negocio.
Una civilización cuya cultura sigue en vigor 25 siglos después no podía estar equivocada. Que me paguen por estar ocioso!
En mi opinión, de tanto usarlas, las palabras acaban perdiendo su significado. Conociendo su origen, seremos capaces de utilizarlas apropiadamente.