La semana pasada me tocó viaje de curro, y menudo viaje de curro! Después de casi 3 años en el proyecto donde tan sólo me habían enviado dos días a Boecillo (Valladolid) y un par de ida-vuelta-en-el-día a Barcelona, la semana pasada me enviaron, junto con
Hairanakh nada más y nada menos que a los Bell Labs, en Murray Hill (NJ, USA). No está mal, no. Pero, aprovechando, decidimos quedarnos y pasar el fin de semana en New York.
El motivo laboral es lo de menos. Pero los Bell Labs realmente me encantaron. Las instalaciones son enormes, tienen montón de equipos dedicados exclusivamente para la investigación y encima nos trataron genial (prácticamente nos sacaron todos los días a comer y a cenar). Así que en ese sentido ninguna queja. Pero, además, hubo varias cosas que me llamaron mucho la atención de los BL. Por un lado, el mini-museo que tienen a la entrada de sus instalaciones. Ahí estaban el primer transistor, la primera Alta Definición, los seis premios Nobel que han ganado, algún Emmy de la industria que otro (en un despacho), etc. Realmente impresionante. La segunda cosa que me llamó poderosamente la atención fue la gente. La edad media de los trabajadores de los Bell Labs rondará los 40 años y, viniendo de un país como España donde si no eres 'jefe' con gente a tu cargo a partir de los 30-35 años es que eres un perdedor, pues la verdad es que no deja de sorprender gente de 50 años 'picando código'.
Curramos mucho, pero el trabajo fue muy productivo. Así que después de 3 días y medio encerrados en un despacho, trabajando simultáneamente en New Jersey y en Madrid, y comiendo hasta reventar, por fin el viernes por la tarde pudimos comenzar con el turisteo. Objetivo: el Empire State Building, en New York. Y allá que fuimos. Aconsejados por nuestros colegas belllabianos, dejamos el coche en Weehawken y cogimos un ferry hasta Manhattan. Recorrimos toda la calle 34 y, después de localizar el hotel que teníamos 'reservado' para el día siguiente, encontramos el Empire sin problemas. Cola, cola, cola, cola... y por fin conseguimos subir a los 381 m de altura del edificio. Como no podía ser de otra forma, las vistas son espectaculares. El último ferry que podíamos cogernos para regresar era el de las 20:00, así que tampoco pudimos hacer mucho más esa tarde.
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Vista del skyline |
Vista Empire |
Dársena 11 |
Zona Cero |
El día siguiente tocó madrugón. Salimos del hotel en New Providence y enfilamos a Manhattan. No veáis lo que mola entrar con tu coche alquilado automático por el Lincoln Tunnel, aparecer en Manhattan, conducir por la 7th Ave, parar en la puerta del hotel y decirle al botones "toma, llévatelo al parking". Ja! Bueno, de ja! poco. Cuando fuimos a hacer el check-in nos encontramos con cierto problemón. Resulta que aquí el menda había hecho la reserva para el sábado equivocado... ups! Después de un corto (pero eterno) tiempo de espera, resultó que sí tenían habitaciones libres en el hotel y pudimos resolver 'mi cagada' sin grandes bajas. Resuelto el entuerto, vorágine de turismo: city hall, zona cero, distrito financiero, ferry ida-vuelta a Staten Island para ver la Estatua de la Libertad, comida en el McDonald's, zona portuaria, puente de Brooklyn, Estación Central, St. Patrick's, Times Square, Toys'R Us y cena en el Planet Hollywood. Acabamos reventados.
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Broadway con Wall St. |
Más skyline |
Estatua de la Libertad |
Puente de Brooklyn |
Y el domingo pues con más calma. Un poquito Central Park bajo un sol abrasador (la gente corriendo la media maratón y un triatlón... insensatos!), paseos por los puestecillos y al aeropuerto... eso sí, ignorando al GPS para poder atravesar el puente de Brooklyn como unos señores con nuestro Ford Focus versión americana.
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Señales de tráfico |
St Patrick's |
Times Square |
Central Park |
Realmente un viaje al que no se le puede pedir mucho más, por menos... bueno, tan sólo me queda el mal sabor de boca de no haber conseguido hacerle un favor a un amigo (que encima se casa en ná!)... me queda el consuelo de haberlo intentado :)